viernes, 23 de diciembre de 2011

abismos




Entro en crisis por mis propios abismos internos tras agotarme y agotar todos los viajes exteriores por los más exóticos y lejanos abismos naturales o espirituales.
Cuando en el cansancio me toca la desesperanza existencial, descubro la dificultad para comprometerme con la vida cotidiana y dejar de correr.
Descubro mi temor al dolor, al sufrimiento, a la soledad cuando ya no me quedan creencias que perseguir para tranquilizarme o lugares y personas donde escaparme; es entonces cuando entro en crisis, a menudo crueles y destructivas.
Es muy duro el aterrizaje en la realidad cotidiana de mis dudas, de mis miedos vivenciales. Pero es cierto que tengo suerte, aunque me cuesta mucho tiempo y silencio aprender a aprovecharla.
Precisamente esta sensación de suerte en los problemas, en los callejones sin salida, que a menudo siento, aumentan mi desesperación en momentos de crisis profundas, llevándome a buscar mágicos atajos por los que escapar de mi verdadera dificultad: permanecer en el presente doloroso y desesperanzado hasta atravesarlo con paciencia y susto.
No necesito tanto ponerme en paz con mi parte animal como aceptar el miedo que me produce el silencio de Dios, el autismo de la vida ante la demanda angustiada de sentido trascendental en lo cotidiano.

sábado, 7 de mayo de 2011

Ya no más


Hoy te estoy enterrando.
Y me pregunto si algún día pensaste en este día. Si algún día te imaginaste que el día de tu muerte iba a tener un sol increíble, una luz potente, un calor maravilloso.
Y me da dolor. Me duele que el mundo siga como si nada hubiera pasado. Y me da rabia, que el sol no se haya dado cuenta de que no estás más acá.
Cuelgo el acolchado de mi cama a ventilar en el balcón en esta mañana increíble de otoño. Y no puedo dejar de pensar… las veces que dejaste de salir, de pasear, de viajar, de recorrer mundos, de leer libros, de compartir una tarde con amigas y un mate, de simplemente ir a caminar por la rambla, de ir a la feria, de tomarte un bus e irte a recorrer las callecitas empedradas de Colonia que tanto te gustaban, de tomarte un buque y cruzar a Buenos Aires, de agarrar la mochila a por mejores vientos…  y todo por abrir,  limpiar y ventilar tu maravilloso caserón… a soles como el de hoy, el que te entierra, por ventilar los acolchados de tus hijos, a soles como el de hoy, que no se da cuenta que no podía estar en este cielo, hoy no; por lustrar y lustrar tus muebles, por tener todo inmaculado como todo lo que te rodeaba, por sacar el polvo de arriba del piano, y las cacatúas traídas de tu viaje a Misiones y tu bailarina de madera que te acompañó desde Cuba, tu tan ansiado y disfrutado viaje a Cuba, por pasar el paño con cera al piso y luego al piso de madera frente a la estufa, a los libros de Yamandú, estirar una vez más el mantelito a cuadros rojos y verdes sobre la mesa, poner la panera, hacer el té de yuyos de después de comer. Todo con ese cariño y ese amor que le ponías a cada doblez, a cada pasada de la mano, a cada cosa tan limpia y prolija que no se le veía por ningún lado que hubieran sido vividas, usadas, disfrutadas.

Disfrutaste, amiga?
Pudiste ser feliz en algún rincón de tu alma?
Tuviste paz?
Hoy te estoy enterrando, a la distancia. No puedo parar de llorar sobre estas letras y acordarme las veces que compartimos la risa y el llanto. Tampoco puedo resignarme a que te hayas ido. No puedo acompañarte en este último viaje en tierra, a este no. Prefiero imaginarme que nada más no tenemos tiempo de vernos, que estás en la calle Redruello y un día nos vemos, que en la próxima cena vas a estar.
Prefiero imaginarte con tu enorme sonrisa,  cantando, preparando un ensayo, o en alguna obra o proyecto nuevo.
Cuándo te entregaste? 
La costumbre a tu sonrisa, a verte luchar hasta las últimas consecuencias, a aferrarte duro a la vida a pesar de…
Me acostumbré a eso, y lo di por eterno. Siempre ibas a estar. Esto era algo pasajero.
Se supone que teníamos que prepararnos para este momento. Pues, no. Te fallé. No estaba preparada. Todavía no logro tomar conciencia de que no vas a estar más en la calle Redruello. Todavía no puedo resignarme a que nunca más vayamos a retornar nuestras tertulias de los martes. Ya nunca más. Todavía no puedo entregarme a ese designio del Universo que dijo que ya no tenías que estar más acá. Se supone que te iba a contar de mi viaje. Tenía tantas cosas para contarte... Caminé en la muralla China. Estuve en la Ciudad Prohibida, en la Plaza Tiananmen, visité un jardín sólo de orquídeas, volví a Angkor Wat. Te traje las fotos… Tenía tantas cosas para contarte…
Ya no más. Ya no veremos tu risa y tu sonrisa. Ya no ventilarás tus acolchados a los soles de otoño. Ya no necesitarás limpiar tu casa. Ya no disfrutarás de tu rancho en Valizas. Ya no tendremos tu abrazo en la calle Redruello. Ya no te veremos mirar a tus hijos con orgullo. Ya no los verás crecer.
No estaba preparada para dejarte ir, amiga. No estuve ahí para darte la mano. No pude ver que te ibas. Que estabas cansada.  Esto era algo pasajero.
No estaba preparada para no verte más.
Nunca lo estaré
No puedo enterrarte. No puedo ir a decirte adiós.
Nos vemos en cualquier momento, Adri.  En cualquier vuelta de la vida. Y nos vamos a tomar algo por ahí, y a reirnos de todo esto.  Y a llorar un poco juntas.  Que todo pasa.  Siempre vas a estar. Tengo tantas cosas para contarte...

martes, 1 de febrero de 2011

Círculo Vicioso

Anoche leí esto:

“Todos los vicios de la mente son fruto de interpretar de forma egocéntrica la realidad, una actitud impulsiva e inconsciente que nos impide aceptar lo que sucede tal como viene y a los demás tal como son.
Ésta es la causa real de todo nuestro sufrimiento, que además nos encierra en un círculo vicioso muy peligroso. Para poder amar, primero hemos de albergar amor en nuestro corazón.”

Salado, no?

Y me acordé, Di, Agos, Colo, Sora, Vic, de lo que hablamos el otro día en la playa.

Cuánto amor recibimos, se traduce en cuánto amor damos.
Pero no tenía muy claro el concepto.

Yo pensaba que el dar amor era dar de uno, cosas, acciones, dar de sí a los otros.
Pero hoy me doy cuenta de que no, no alcanza con dar la vida, si no hay amor. Podés dar de todo, material e inmaterial, cosas que a otros hacen felices, damos felicidad, damos alegría, damos la vida… eso es fácil… lo complicado es dar amor.

Creo que he ido por la vida no dando amor, y, según esto, simplemente porque no lo he tenido en el corazón.

De pronto te despertás un día y te das cuenta de que hasta una persona que nunca viste en tu vida te puede dar amor, hasta sin darse cuenta… simplemente porque ya lo tiene. O de que podés dar amor a alguien que ves por primera vez en tu vida... y también sin darte cuenta, sin ser consciente de ello.

Y ahí también pensé que el amor es algo que se siente o no se siente.
Listo, se me complicó la vida.  - I’m so fucked up! - pensé.

Pero no, porque entonces el ser humano no sería capaz de experimentar la resiliencia.

Qué vendría siendo entonces el amor? El genuino. No el que “pensamos” que es.

Busqué definiciones...

“Querer es un acto egoísta; es desear algo que nos interesa, un medio para lograr un fin. Amar, en cambio, es un acto altruista, pues consiste en dar, siendo un fin en sí mismo.”

“Queremos cuando sentimos una carencia.Amamos cuando experimentamos plenitud.”

“Mientras querer es una actitud inconsciente,relacionada con lo que está fuera de nuestro alcance, amar surge como consecuencia de un esfuerzo consciente, que nos hace centrarnos en lo que sí depende de nosotros.”

“Cuando uno ama no culpa, ni juzga, ni critica, ni se lamenta. Los que aman intentan dejar un pozo de alegría, paz y buen humor en cada interacción con los demás, por muy breve que sea.”

Entonces…

Amar de verdad vendría siendo sinónimo de profunda sabiduría?

Entender que no existe la maldad, tan sólo ignorancia e inconsciencia, saber que no existe la culpa, sino falta de conciencia; poner la mente en el alma y pensar con el corazón, liberarse de las ataduras, sentir y vivir y morir amando. Todo y a todos. Sin condiciones. Sin barreras. Sin restricciones.


“Ser o no ser, esa es la cuestión”, le erró Shakespeare, Pues resulta que la cuestión viene siendo mucho más complicada y lo paradójico del asunto es que el amor beneficiaría finalmente al que ama, no al amado.


Un círculo vicioso

viernes, 14 de enero de 2011

Qué nos pasó?




“Cuando nacimos, estábamos perfectamente programados. Teníamos una tendencia natural a concentrarnos en el amor. Nuestra imaginación era creativa y floreciente, y sabíamos usarla. Estábamos conectados con un mundo mucho más rico que el mundo con que ahora nos conectamos, un mundo lleno de hechizo y del sentimiento de lo milagroso.
¿Qué nos pasó, entonces? ¿Por qué, cuando llegamos a cierta edad y miramos a nuestro alrededor, el hechizo había desaparecido? …
Nos enseñaron a pensar en la competición, la lucha, la enfermedad, los recursos finitos, la limitación, la maldad, la culpa, la muerte, la escasez y la pérdida.
Y como empezamos a pensar en estas cosas, empezamos a conocerlas. Nos enseñaron que sacar buenas notas, ser buenos, tener dinero y hacerlo todo como es debido son cosas más importantes que el amor.
Nos enseñaron que estamos separados de los demás, que tenemos que competir para salir adelante, que tal como somos no valemos lo suficiente. Nos enseñaron a ver el mundo tal como lo veían «ellos».

by Marianne Wilson - "Volver al Amor"